Siempre he disfrutado de unas vacaciones tardías y por eso a estas harturas todavía tengo enmohecidas las entendederas de tanto lorenzo y algún que otro chapuzón, así que en esta ocasión me voy a descolgar con una perogrullada aún más palmaria que las anteriores.
Tengo una tara: leo todos los suplementos culturales de la tierra patria, aunque no hay semana en que no me prometa no volver a hacerlo… Porque ya me diréis para qué. Salvo en algún caso raro, la crítica o el crítico de turno elogia a la amiga o al amigo no vaya a ser que no le llame para hacer bolos el año que viene, cuando no repite literalmente lo que le han pasado en una nota de prensa que, como cabe esperar, es siempre lisonjera. Cunde el proselitismo, que es la vanguardia de moda, así que uno no opina de lo que conoce, si es que lo conoce, sino de aquello de lo que pueda sacar más tajada. Esta inercia hace mucho rato que se ha impuesto en las hojas de los periódicos y nadie pide la voz y la palabra para impedir que acaben resultando tan sonrojantes como las tertulias bochornosas de la tele. A no ser que el enjuague o la metedura de pata sean mastodónticamente obscenos, balamos todos al unísono eso de “¡Café para todos!”. Pero a mí no me pidáis otro cortadito que se me soliviantan los nervios.
Y algún refunfuño se te aparecería... ¿o no?
ResponderEliminar¿Refunfuños que se aparecen?
ResponderEliminar¡Y carritos que resbalan! :P
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